6 h. 15'
3/5
680 m.
14 Km.
No
1/5
Tierra Arena
No
Podemos contratar el servicio de un taxi en Nasca para ir al inicio del camino por unos 25 soles (7-8 euros). Salimos de Nazca por la carretera Interoceánica 26A dirección a Puquio - Cuzco. Recorridos 22,3 kilómetros de la carretera llegaremos a una zona de curvas en U. Al finalizar la cuarta curva cerrada veremos a mano derecha una pista de tierra que asciende. Ver el punto exacto donde deberemos bajar y empezar la caminata.
Si os gustan los deportes de deslizamiento es importante que escojáis una buena tabla antes de emprender la excursión. Una buena tabla será lo más parecido que podáis encontrar a una de snowboard. Las que facilitan en los circuitos prácticamente no se deslizan, perfecto para los principiantes que no quieran coger velocidad pero frustrante para gente experimentada. Tanto si alquiláis la tabla por libre como si hacéis la excursión con guía dejad bien claro vuestro nivel de "descenso".
Eclipsada por las cercanas líneas de Nasca y el oasis de la Huacachina la imponente duna del Cerro Blanco recibe mucha menos atención de la que merecería. Para visitarlo nos espera una excursión que si bien no es apta para todos los públicos, explicaremos el porque más adelante, dará muchas alegrías a todo aquel que decida hacerla.
Para planificar la salida lo más fácil es contratar los servicios de un guía en Nasca que se encargará de las tablas, el transporte y por supuesto de llevarnos por la senda correcta, que no está señalizada. Precio, contar unos 100 soles por persona - 35 euros - . Sin embargo es una buena excursión para hacer por libre si disponemos de gps, con las ventajas que eso supone además de ser más económico. Es elección de cada uno que opción tomar, si te sientes inseguro en tan inhóspito paisaje mejor ir con guía. Así lo hicimos nosotros, contribuyendo también a la economía local que se nutre del turismo internacional que visita principalmente las líneas de Nasca.
Cactus, piedras y mucho calor cuando sale el sol
Llegar a la duna es un tercio del camino, subiremos primero por una ancha pista y luego en zig zag por un sendero pedregoso que se va estrechando a medida que cogemos altura. No hay casi vegetación, sólo cactus y un pequeño arbusto urticante de la familia de las xerófitas que aunque parece carbonizado se mantiene milagrosamente con vida.
Tras la subida llegaremos a un collado limitado por unas curiosas formaciones de piedra, hitos que nos indicarán que vamos por el buen camino. De aquí al Cerro Blanco, que queda visible a lo lejos, nos separan unos escasos 20 minutos.
Al pie de la duna es buen momento para hidratarnos, comer algo y hacer una ofrenda a la pachamama, deseando que la montaña nos respete en la subida y sobretodo en la bajada. La montaña es todavía hoy un Apu respetado por los locales y seguro lo era antaño como lo demuestran los numerosos restos de huacas que se han encontrado en su alrededores.
Entramos en la duna por el lado este y vamos ganando altura un poco por debajo de una gran ola de arena. Recorreremos la cara sur por repechos más o menos pronunciados hasta llegar a una zona llana, antesala de la última subida. Nuestra única compañía son los pocos cactus que logran sobrevivir a tan adverso clima y con suerte algunas huellas en la arena, rastro de la invisible actividad animal.
Seguiremos la cresta hasta llegar a la cima
Finalmente subimos a la cresta para afrontar los últimos metros de ascenso. Grandes vistas se despejan a ambos lados de la montaña con la habitual bruma que cubre el extenso valle de Nasca a cientos de metros a nuestros pies. Caminar por esta cresta de arena es algo memorable, esta montaña es tan ligera que parece que se mueve. De hecho según el viento la cima cambia de altura. Es extraño tener esta sensación de fragilidad en una mole de arena de más de ocho kilómetros de ancho por cuatro de largo. Desde aquí contemplamos profundos valles negros y montañas desérticas, primeras estribaciones de los Andes que se pierden en el horizonte a nuestro alrededor.
Después de descansar debidamente llega el momento más original, uno de los alicientes para muchos y el motivo principal por el que esta excursión puede no ser apta para todos, los cuatro tramos de pronunciada bajada en tabla, al que hay que sumarle el extenuante calor y el sobre-esfuerzo que supone subir por la arena.
Nos dirigimos al noroeste a pie en busca del primer descenso.
La bajada final es casi un kilómetro de descenso ininterrumpido
Para bajar el estilo será lo de menos, no hay que ser un experto, se puede optar por bajar sentados si nos da miedo. Tras la primera caída entenderemos la importancia de iniciar la excursión temprano, la arena quema bastante.
Si las tres primeras bajadas nos saben a poco no hay de que preocuparse porque la última es muy larga nos dará tiempo para probar giros y maniobras durante su casi kilómetro de longitud. Al final habremos hecho algunos progresos con la tabla.
Una vez acabada la bajada recogemos el equipo para tocar de nuevo tierra firme. Retomaremos el camino hasta llegar a una torrentera, nuestra salida de la montaña hacia la carretera de Nasca. Es el tercio final de la excursión y el momento perfecto para echar la vista atrás y contemplar con cierta perspectiva la enorme ladera de arena que acabamos de subir y descender, una de las dunas más altas del mundo.
Vista atrás al Cerro Blanco
deandar.com escribió hace 8 años
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La hicimos en Agosto invierno de Perú pero creo que si sales temprano es una salida que se puede hacer todo el año.
Axl Hace 8 años
Gran cronica, excelente trek, dime ¿En que época (mes) subiste a cero blanco?. Saludos viajero.